Cien años de soledad (1967) - Gabriel García Márquez. |
Sin desviarnos de la temática del blog, rendimos un pequeño homenaje al escritor colombiano a través de su obra más universal.
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De emprendedor y limpio, José Arcadio Buendía se convirtió en un hombre de aspecto holgazán, descuidado en el vestir, con una barba salvaje que Úrsula lograba cuadrar a duras penas con un cuchillo de cocina.
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Gabriel García Márquez (Aracata, 1927 - Mexico D.F., 2014)
Pietro Crespi era joven y rubio, el hombre más hermonoso y mejor educado que se había visto en Macondo, tan escrupuloso en el vestir que a pesar del calor sofocante trabajaba con la almilla brocada y el grueso saca de paño oscuro.
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El general Moncada se incorporó para limpiar los gruesos anteojos de carey con el faldón de la camisa. <<Probablemente -dijo-. Pero lo que me preocupa no es que me fusiles, porque al fin y al cabo, para la gente como nosotros esto es la muerte natural>>. Puso las lentes en la cama y se quitó el reloj de leontina. <<Lo que me preocupa –agregó- es que de tanto odiar a los militares, de tanto combatirlos, de tanto pensar en ellos, has terminado por ser igual a ellos. Y no hay un ideal en la vida que merezca tanta abyección. >> Se quitó el anillo matrimonial y la medalla de los Remedios y los puso juntos con las lentes y el reloj.
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-Qué raros son los hombres –dijo ella, porque no encontró otra cosa que decir-. Se pasan la vida peleando contra los curas y regalan libros de oraciones.
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Era imposible concebir un hombre más parecido a su madre. Llevaba un traje de tafetán luctoso, una camisa de cuello redondo y duro, y una delgada cinta de seda con un lado en lugar de la corbata. Era lívido, lánguido, de mirada atónita y labios débiles. El cabello negro, lustrado y liso, partido en el centro del cráneo por una línea recta y exangüe, tenía la misma apariencia postiza del pelo de los santos. La sombra de la barba bien destroncada en el rostro de parafina parecía un asunto de la conciencia. Tenía las manos pálidas, con nervaduras verdes y dedos parasitarios, y un anillo de oro macizo con un ópalo girasol, redondo, en el índice izquierdo.
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Cuando andaba en el velocípedo usaba pantalones de acróbata, media de gaitero y cachuca de detective, pero cuando andaba de a pie vestía de lino crudo, intachable, con zapatos blancos, corbatín de seda, sombrero canotier y una vara de mimbre en la mano.
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<<El mundo habrá acabado de joderse –dijo entonces- el día que los hombres viajen en primera clase y la literatura en el vagón de carga.>>
Gabriel García Márquez (Aracata, 1927 - Mexico D.F., 2014)
DEP
Un reconocimiento merecido!!!!
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